La ciencia no ha logrado esclarecer aún las causas de la enfermedad del Alzheimer, aunque su aparición en personas de avanzada edad se vincula con factores genéticos, ambientales y también con el estilo de vida. Un nuevo estudio publicado en la revista JAMA Neurology afirma que la exposición prolongada a los pesticidas aumenta el riesgo de desarrollar este trastorno neurodegenerativo. En concreto, el trabajo habla de los productos elaborados con DDT, un compuesto cuyo uso ha sido prohibido por la Organización Mundial de la Salud (OMS) a causa de su toxicidad, su persistencia en el medio ambiente durante décadas y su acumulación en el organismo de los seres vivos, incluido el ser humano.
La presente investigación, fruto de la colaboración entre científicos de las universidades estadounidenses de Emory y Texas, ha puesto sobre la mesa la incidencia de los factores ambientales en el desarrollo de la enfermedad. Los autores sometieron a análisis a 86 pacientes con Alzheimer y 79 personas sanas, y encontraron que los primeros tenían niveles significativamente más altos de DDE (el metabolito de larga duración del pesticida DDT) en su sangre que las personas sanas. De hecho la cantidad de esta sustancia presente en el organismo de los enfermos en ocasiones llegaba a cuadriplicar la de los sujetos del grupo de control.
El DDT fue utilizado de forma masiva como insecticida durante la década de 1940 en todo el mundo. A principios de este siglo, sin embargo, la Organización Mundial de la Salud (OMS) lo calificó de sustancia moderadamente peligrosa y prohibió su empleo para proteger los cultivos. Sin embargo algunos países africanos continúan empleándolo por su probada eficacia en el control de plagas de mosquitos transmisores de malaria.
Según los investigadores, la medición de los niveles de DDE en el suero sanguíneo podría afianzarse como medida clínica para identificar de forma anticipada a las personas con riesgo potencial de padecer esta enfermedad.
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