miércoles, 30 de abril de 2014

Una vejiga de cerdo sin células para reparar el músculo humano

El concepto de matriz extracelular es ya casi un viejo conocido en el campo de la medicina regenerativa. Se utiliza un órgano donado, previamente lavado y limpio de sus propias células, para que sirva de andamio a las células del paciente receptor, que repueblan esa matriz antes de ser implantado definitivamente. Sin embargo, un nuevo trabajo presentado esta semana demuestra que tal vez la propia matriz pueda ejercer una función regenerativa, sin necesidad de una sola célula.
Al menos eso es lo que han demostrado científicos de la Universidad de Pittsburgh (EEUU), primero en animales y, posteriormente, en cinco pacientes -tres de ellos militares- con graves heridas musculares en brazos y piernas. Sus resultados (financiados por el Departamento de Defensa de EEUU con unos tres millones de dólares) se acaban de dar a conocer en la revistaScience Traslational Medicine.
Aunque las células madre del músculo tienen una gran capacidad de regeneración, y acuden cuando se necesita su presencia en alguna lesión, cuando el volumen del músculo afectado es demasiado grande -por un accidente de tráfico o una explosión, por ejemplo- esta regeneración es insuficiente. Y aunque existen intentos por tratar esas lesiones con técnicas como la debridación o el trasplante de músculo de otra zona del cuerpo, los propios autores reconocen que los resultados suelen ser desfavorables.
En este caso, el equipo dirigido por Stephen Badylak, empleó una matriz fabricada a partir de la vejiga de un cerdo -y completamente descelularizada- para tratar de lograr suficiente proliferación celular para reparar las lesiones musculares. Pero en lugar de repoblarla previamente con células de los cinco voluntarios, simplemente la colocaron en el lugar de la herida (brazos o piernas en todos los casos) y les sometieron a un intenso programa de ejercicio físico pasadas sólo 24-48 horas de recibir el implante.
Esa terapia física, sugieren, podría haber despertado las señales necesarias para favorecer la conversión in situ de células madre en células musculares. Hasta el punto de que seis meses después de recibir el implante, y mediante pruebas de imagen como resonancia magnética o tomografía computerizada, se observó una densa formación de músculo en el lugar de la lesión.
La matriz basada en el tejido del cerdo (del que únicamente quedan las proteínas, el colágeno y algunas fibras que mantienen el armazón) se va degradando progresivamente en el organismo humano, pero cumple perfectamente su función de movilizar, reclutar y transformar células madre en células musculares, jóvenes y sanas, que ocupan su lugar en la zona de la lesión. De hecho, como han aclarado los autores en una teleconferencia organizada por la revista Science, se trata de un tipo de biomaterial degradable que ya se usa en la actualidad en otro tipo de cirugías, como soporte, por ejemplo, para sostener la pared abdominal o prótesis de mama. Al carecer de células, aclaran, no existe riesgo de rechazo por parte de los receptores.
Aunque los cinco candidatos mostraron una mejora en la calidad de vida (alguno de ellos caminaba incluso con dificultad con una muleta antes del ensayo), y en su capacidad para realizar tareas sencillas del día a día, sólo en tres de los cinco pacientes se pudo medir objetivamente una mejoría funcional de aproximadamente el 25%. Tres de los voluntarios eran militares -dos habían sufrido las lesiones musculares a consecuencia de una explosión en Irak y Afganistán y el tercero por una lesión deportiva-; en el caso de los otros dos, eran civiles que se habían lesionado en un accidente de esquí.
Como expuso Badylak en la conferencia de prensa, que su aproximación no requiera la manipulación ni extracción de células madre simplifica mucho los trámites regulatorios de cara a una futura autorización de esta posible terapia, pero también sus costes económicos. Y aunque admitió que se trata aún de número reducido de pacientes, confía en que la robustez de los "datos científicos" que lo avalan con los trabajos en animales -que han permitido identificar bien qué tipo de células son las que migran hasta el lugar de la lesión- permita pronto trasladarlo a nuevos ensayos.
Además, los autores apuntan dos caminos por los que seguir indagando y mejoran sus resultados en el futuro. Por un lado, trabajando con lesiones musculares más recientes (los voluntarios llevaban entre 13 meses y siete años con una pérdida muscular del 50% al 90% y probando sin éxito otros tratamientos). Además, sugieren, habrá que comprobar si la implantación de una matriz descelularizada cumple la misma función regenerativa en otros órganos del cuerpo diferentes del músculo.

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