La labor realizada en el campo de las zeolitas por Avelino Corma, profesor de Investigación y alma del Instituto de Tecnología Química, radicado en Valencia, es motivo de orgullo para la comunidad científica española, y más concretamente para quienes trabajamos en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). En lugar de repetir aquí datos bien conocidos sobre el impacto de sus trabajos (es el octavo químico más citado del mundo), prefiero llevar las cosas al nivel personal (le conozco nada menos que desde 1977, cuando me incorporé al instituto de Catálisis y Petroleoquímica, de Madrid, en el que él llevaba tres años trabajando) y destacar su capacidad de liderazgo y motivación, su mediterránea genialidad y lo completo de su labor investigadora, muy elevada en el plano científico pero no menos destacada en forma de patentes licenciadas a empresas, principalmente de los sectores químico y petroquímico.
De los dos premiados norteamericanos, Mark Davis coincide con Avelino en haber trabajado en el campo de las zeolitas, siendo proverbial su logro de haber ampliado el tamaño de poro de estos silicatos más allá de la frontera del nanómetro; es también conocido su trabajo en el desarrollo de nuevas vías de administración de fármacos contra el cáncer. De los tres premiados, Galen Stucky es probablemente el de perfil más amplio, tanto por la variedad en la composición química de los materiales que ha desarrollado como por sus incursiones en campos colaterales como el de la biomineralización.
Desde el Instituto Nacional del Carbón quiero dar nuestra más cordial enhorabuena a los premiados, con quienes compartimos intereses, tanto desde posiciones alternativas (entre los materiales microporosos, nuestros carbones activados son una especie de pariente humilde de sus zeolitas) como de cooperación (Avelino Corma dirige un proyecto sobre grafeno en el que participa, entre otros, un equipo de nuestro Instituto). La labor investigadora de Galen Stucky está también próxima a nosotros: de hecho, una de sus últimas publicaciones, sobre un material en cuya composición entra el grafeno, acaba de aparecer en la revista Carbon, de la que soy editor. Extendemos nuestra enhorabuena a la comunidad científica que trabaja en el campo de los materiales porosos y al colectivo investigador en general, que pasa por una etapa de especial inquietud por los conocidos recortes presupuestarios. Mirémonos en el espejo de Avelino Corma, que desde nuestro país y a base de mucho esfuerzo (y brillantez, todo hay que decirlo), ha alcanzado las más altas cotas de reconocimiento a nivel mundial.
Será un placer dar la bienvenida a Oviedo a los premiados dentro de unos meses.
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